28 de Octubre de 1812: ENTREGA DEL BASTÓN DE MANDO A LA VIRGEN DE LA MERCED. | Marca Tucumán

28 de Octubre de 1812: ENTREGA DEL BASTÓN DE MANDO A LA VIRGEN DE LA MERCED.

Desde la fundación de San Miguel de Tucumán en Ibatín en 1565, la devoción a la Virgen de la Merced (Patrona y Abogada de la ciudad), se conmemoró todos los años en su día, 24 de septiembre.     

Como la solemne procesión no pudo efectuarse ese día en 1812 ya que se estaba en medio del fragor de la batalla,  el día 28 de octubre (en el día de San Simón y San Judas, vice patronos de la ciudad),  la imagen fue llevada al Campo de las Carreras, lugar donde había tenido lugar el hecho bélico.

Fue en esa circunstancia en la que Belgrano colocó en manos de la imagen de la Virgen, su bastón de mando, proclamándola Generala de los Ejércitos de la Patria. Con suma humildad, Belgrano manifestó que el éxito en aquella batalla imposible, se le debe atribuir a María, no a él.

El por entonces joven oficial José María Paz, testigo presencial de los hechos relata en sus Memorias: “Cómo la batalla de Tucumán sucedió el 24 de septiembre, día de Nuestra Señora de las Mercedes, el general Belgrano, sea por devoción, sea por una piadosa galantería, la nombró e hizo reconocer por generala del Ejército. La función de la iglesia, que se hace anualmente en su convento, naturalmente, se había postergado y solo tuvo lugar un mes después. A la misa asistió el General y todos los oficiales del ejército…por la tarde fue la procesión en la que sucedió lo que voy a referir: la concurrencia, pues, era numerosa, y además, asistió la oficialidad y tropa, sin armas, fuera de la pequeña escolta, que es de costumbre. Quiso además, la casualidad, que en esos momentos entrase a la ciudad la división de vanguardia, que regresaba de la persecución  de Tristán y el general ordenó que a caballo, llenos de sudor y polvo como venían, siguiesen en columna atrás en procesión; con lo que se aumentó considerablemente la comitiva y la solemnidad del acto.

Estos sentimientos tomaron mayor intensidad cuando desembocó la procesión al campo de batalla, donde aún no había acabado de borrarse la sangre que lo había enrojecido. Repentinamente el general deja su puesto, y se dirige solo hacia las andas en donde era conducida la imagen de la advocación que se celebraba; la procesión para; las miradas de todos se dirigen a indagar la causa de la novedad; todos están pendientes de lo que se propone el General, quién haciendo bajar las andas hasta ponerlas a su nivel, entrega el bastón que lleva en su mano, y lo acomoda por el cordón, en las de la imagen de Mercedes. Hecho esto, vuelven los conductores a levantar las andas, y la procesión continúa majestuosamente su carrera, sindicó José María Paz”. 

Texto: José María Posse.